20 años de la industria azulejera ante, tras y con los arquitectos
El título de este escrito hace referencia a las tres posiciones con las que se relacionan los creativos de la arquitectura y el sector productivo cerámico.
La primera de las posiciones es la más conocida: la industria ANTE los prescriptores de sus productos. En los últimos 20 años hemos podido comprobar cómo esta relación ha mejorado considerablemente en las dos direcciones. La industria ha ofrecido formatos y aplicaciones más allá de las iniciales para interiores en baños y cocinas con productos para fachadas, cubiertas, pavimentos y hasta mobiliario urbano y los arquitectos han demandado más cerámica para sus proyectos con estupendos resultados, tal como se comprueba año tras año en los Premios Cerámica de Arquitectura e Interiorismo promovidos por ASCER.
La segunda de las posiciones es la de la industria tras los arquitectos y, más concretamente, TRAS su formación. Merecería ser más conocida, pues implica una dosis de inversión económica poco frecuente y muy destacada en el panorama español. Hablamos de la Red de Cátedras Cerámicas que ASCER ha patrocinado en Escuelas de Arquitectura de Barcelona, Alicante, Valencia, Madrid y Castellón. Su apuesta por la formación en los productos cerámicos de los futuros arquitectos se ha mantenido nada menos que durante ¡¡ 20 años !!. Efectivamente, la primera de las Cátedra Cerámicas empezó en el curso 2004-2005 en una pequeña Escuela de Arquitectura de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC Barcelona) que he tenido el honor de dirigir hasta la actualidad, ayudado por mis imprescindibles compañeros Jordi Roviras y Cristina García Castelao. El éxito de la fórmula se replicó en los sucesivos años en las escuelas de Alicante (dirigida por Víctor Echarri), de Valencia (dirigida por Eduardo de Miguel), de Madrid (dirigida por Jesús Aparicio) y de Castellón (dirigida por Ángel Pitarch). Pocas relaciones llegan a durar 20 años y por ello creo que haber llegado hasta aquí resulta un hito a celebrar y a agradecer.
Y la tercera posición resulta la más desconocida y la que, a mi entender, se debería potenciar más: la industria CON los arquitectos. Aquí hablamos de los arquitectos que trabajan conjuntamente con las empresas en investigar, innovar y desarrollar nuevos productos y formatos para la arquitectura. Algunos incorporados cada vez más dentro de las oficinas técnicas del sector azulejero (exalumnos míos ahí están) y otros compartiendo investigación desde las universidades (es mi caso). Este encuentro conjunto debería ocurrir en mayores ocasiones puesto que, si en el anterior punto tratábamos de la inversión en formación, es decir, del dinero que promueve conocimiento, en esta tercera posición se trata de que el conocimiento vuelva a convertirse en dinero. Sin embargo, en estos 20 años he comprobado como esta industria tras los arquitectos, estas Cátedras Cerámicas, han incentivado en nuestras aulas lo que yo denomino pre-proyectos de innovación muy interesantes que después no han sido recogidos por las empresas del sector para convertirlos en patentes o modelos de utilidad que devuelvan y multipliquen el dinero invertido en la universidad. Hasta ahora el retorno que estas empresas esperan es el de la primera posición antes comentado, como prescriptores de los productos cerámicos que ya se encuentran en sus catálogos. Y por supuesto que este tipo de retorno se da con creces, pero se desaprovecha todo el conocimiento aportado con el que se podrían producir nuevos productos que generen nuevos ingresos económicos.
Esperamos que por ambas partes se fomente más esta tercera manera de relacionarse que ya ha conseguido algunos éxitos relevantes en el mercado aunque todavía son pocos teniendo en cuenta las posibilidades y la potencia del sector azulejero.
Director de la Cátedra Cerámica de Barcelona y catedrático de Construcciones Arquitectónicas en UIC Barcelona