En la actualidad la industria cerámica española, y más concretamente la industria azulejera, genera casi 3.800 millones de euros en ventas anuales, de los cuales más de 2.800 millones proceden de exportaciones, con la Unión Europea como mercado principal, pero también Estados Unidos y Oriente Medio. Sin embargo, este sector se enfrenta al reto de disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, un problema sobre el que los principales productores sostienen que continúan trabajando. Como dato, podemos destacar que desde 1985, han recortado las emisiones en más del 50% gracias, principalmente, a la sustitución de combustibles líquidos por gas natural y a la modernización de los hornos con procesos de cogeneración.
No cabe duda de que, en el caso de la industria cerámica, donde tanto los costes energéticos como los asociados a las emisiones de CO2 influyen sobremanera en el coste del producto y, por lo tanto, en la competitividad de las industrias, la cogeneración resulta clave desde el punto del mantenimiento de la actividad industrial nacional y de la transición energética. Sin embargo, desde el punto de vista de la descarbonización del tejido industrial, se requiere de procesos de cogeneración alternativos y sostenibles, que disminuyan el consumo de los combustibles actuales (gas natural o carbón). Por lo tanto, un primer paso hacia la descarbonización en la producción de productos cerámicos se plantea a través del uso de nuevos combustibles renovables como el biometano o el hidrógeno verde, además del desarrollo de procesos de captura y reutilización del CO₂.
En lo que respecta al hidrógeno renovable, éste se posiciona como uno de los principales vectores energéticos en el largo plazo debido a que su producción y consumo es neutral climáticamente y no genera emisiones contaminantes. Como resultado de esto, España ha definido su Hoja de Ruta para el hidrógeno renovable donde ofrece una Visión a 2030 y 2050, la cual está alineada con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, y la Estrategia a Largo Plazo para una Economía Española Moderna, Competitiva y Climáticamente Neutra en 2050, así como con la Estrategia Europea de Hidrógeno.
En particular, la visión a 2030 prevé una capacidad instalada de electrolizadores de 4 GW y una serie de hitos en el sector industrial, la movilidad y el sector eléctrico, para los cuales será preciso movilizar inversiones estimadas en 8.900 millones de euros durante el periodo 2020-2030. No obstante, como hito intermedio hasta alcanzar el objetivo de 4GW, se estima que para el año 2024 sería posible contar con una potencia instalada de electrolizadores de entre 300 y 600 MW que genere las economías de escala necesarias para desarrollar el sector y abaratar los costes todavía algo elevados.
Por otro lado, la visión a 2050 muestra que las tecnologías de hidrógeno renovable deberían alcanzar la madurez y su despliegue a gran escala para llegar a todos los sectores difíciles de descarbonizar donde otras alternativas podrían no ser factibles o tener mayores costes. En esta fase, la producción de electricidad renovable necesita aumentar masivamente, ya que alrededor de una cuarta parte de la electricidad renovable podría usarse para la producción de hidrógeno renovable en 2050.
Teniendo todo esto en cuenta podemos considerar que el despliegue de la economía del hidrógeno representa una oportunidad única para el sector cerámico ya que España, puede aspirar, a medio/largo plazo, a convertirse en un productor-exportador internacional con especial relevancia en el entorno europeo. La disponibilidad de abundantes fuentes de energías renovables, junto con la estabilidad y posición geopolítica en Europa son factores que lo avalan.
No obstante, todavía queda un largo recorrido hasta que podamos ver el desarrollo de un nuevo modelo energético asentado de largo alcance. Antes cabe esperar un sustancial desarrollo de iniciativas de generación y transformación de hidrógeno cerca de la demanda, a fin de atender a grandes consumidores, principalmente la industria y las flotas de transporte pesado. Además, en el caso de la industria cerámica, ésta requiere de un esfuerzo extra para previamente adaptar o modernizar los hornos actuales para el empleo de hidrogeno o mezclas de hidrogeno-biometano o la sustitución de éstos por sistemas eléctricos basados en pilas de combustible.
Como conclusión, podemos decir que debido a la tendencia al alza del precio del gas y de las tasas de emisiones, junto con el progresivo abaratamiento del precio del hidrogeno renovable, el sector cerámico puede encontrar en este vector energético el aliado perfecto en el medio-largo plazo, para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero manteniendo la competitividad de las empresas del sector, aportándole el adjetivo de sostenible como un valor añadido clave en el momento actual.
Dr. Roberto Campana
Investigador de la Unidad de Investigación (UI) en Centro Nacional de Hidrógeno