Inteligencia competitiva para el sector cerámico

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Editoriales

Manuel Cazorla, CEO de Sistel

En las últimas dos décadas el mundo comercial ha cambiado más que en los últimos cien años.

En estos años el número de transacciones electrónicas ha crecido de forma exponencial y también a ese ritmo los usuarios han otorgado su confianza a estos nuevos modos de operar.

Si la humanidad tardó 30 años en popularizar el uso de la tarjeta de crédito, hasta alcanzar los 50 millones de usuarios, YouTube, Paypal o Facebook tardaron menos de 5 años. Lo importante, más allá del canal para operar, es el nuevo paradigma al que nos expone un sistema que conecta en tiempo real a fabricante, canal de distribución, y usuarios finales.

Todos conectados, todos exponiendo nuestras satisfacciones y frustraciones, influyendo en nuevos compradores con las experiencias vertidas a la red.

Además, el comprador tiene toda la información a su disposición y en pocos minutos puede hacer un auténtico benchmarking obteniendo la mejor oferta y tomando una decisión de compra.

Los sectores tradicionales tienden a pensar que disponen de más plazo hasta que este tsunami les alcance, pero la realidad es tozuda y demuestra día a día que no utilizar la tecnología disponible en su máxima expresión es un gran error.

La capacidad de llegar al usuario final sin perder la cadena de valor con nuestra red comercial y logística es un reto para las empresas industriales, pero es sin duda una obligación para adaptarse a las nuevas condiciones del mercado.

Hace unos pocos años (algunas empresas, aún hoy) hacían muestras de sus nuevos diseños para promocionar sus ventas y de esos diseños, la producción final. Hoy, con las tecnologías de la información, es posible enseñar diseños fotorrealistas sin emplear un gramo de materia prima y fabricar solo aquello que tenga la aceptación del mercado.

Por otro lado, la fabricación es cada vez más inteligente y podemos obtener información de cada fase de la producción. De un análisis exhaustivo de esa información, podemos obtener valiosos datos para mejorar el proceso, evitar mermas, motivar al equipo humano que está detrás de esa fabricación o incluso predecir que mantenimiento evitaría posible averías que alteren la planificación prevista.

Y otro gran vector, es formar parte de la propuesta de valor de la cadena de suministro. Pongo un ejemplo: si los sistemas de información están conectados con el punto de venta, el cliente podría saber la fecha posible de entrega de un artículo u otro, tomando la decisión que más le convenga, pero sobre todo respetando su experiencia de compra, algo que hará que el cliente se sienta parte de ese proceso, lo valore y lo recomiende.

Hace unos años el presidente de un gran banco español dijo que en pocos años el banco se transformaría en una empresa de software. No sé en cuantos años, pero ese mismo vaticinio servirá también para cualquier empresa industrial que quiera competir en el mercado.

Manuel Cazorla

CEO de Sistel

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