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Estrategias para afrontar la escasez de gas en 2023

Un escenario nada alentador

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha generado importantes distorsiones en el precio de la energía, una situación preocupante que no vivíamos desde la década de los 70 con la crisis del petróleo. Así, el incremento en los precios de la energía representa un lastre para la economía mundial, con unas consecuencias nefastas que, todavía se agravarán más, si las reservas de gas europeo almacenadas resultan insuficientes. Un escenario nada alentador, que podría derivar en un racionamiento en Europa, perjudicando al resto de países a medida que se disparan los precios del gas en todo el mundo, con la consiguiente merma en el crecimiento económico mundial (Figura 1).

Con esto, Estados Unidos y Europa afrontan una brusca desaceleración, y se prevé que, en 2023, las economías de mercado emergentes asiáticas representen cerca de tres cuartas partes del crecimiento del PIB mundial. La inflación, que se ha intensificado en gran parte por la guerra de Rusia y Ucrania, disparando el precio de la energía, materias primas y alimentos (y con ellos el de multitud de bienes y servicios), seguirá siendo elevada en 2023 (Figura 1). Sin embargo, dicha inflación podría moderarse como consecuencia de un endurecimiento de la política monetaria y la ya mencionada desaceleración del crecimiento (OECD, 2022).

 

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Figura 1. Impactos de las distorsiones en el mercado energético en el crecimiento del PIB y en la inflación para 2023 (Fuente: OECD, 2022) .

 

Retos para 2023: factores clave

Como consecuencia del conflicto bélico, se han producido recortes en la entrega de gas ruso por gaseoducto, poniendo en jaque a los mercados europeos y mundiales de gas natural. Todo esto ha derivado en una extrema volatilidad de los precios del gas que ha perjudicado tanto a las industrias gas intensivas, los propios hogares, así como los países importadores de gas. A este respecto, según el informe How to Avoid Gas Shortages in the European Union in 2023, publicado recientemente por la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la caída en la demanda global de gas en la Unión Europea para 2022 se estima en un 10%, es decir unos 50 billones de metros cúbicos (bcm). Sin embargo, de este descenso, unos 10 bcm se deberían a una reducción en la producción y no a mejoras en la eficiencia, ni al uso de fuentes de energía alternativas a ese combustible. En este sentido, las políticas europeas y nacionales, los mercados, las acciones del propio consumidor, la entrada en escena de proveedores alternativos a Rusia, así como unas condiciones climáticas favorables, han contribuido a compensar la falta de suministro de gas ruso. De hecho, a principios de diciembre de este año, los niveles de almacenamiento de gas en Europa seguían por encima de la media de los últimos cinco años. No obstante, existen una serie de factores clave que podrían hacer de 2023 una prueba todavía más dura.

  1. El suministro de gas ruso podría disminuir aún más. El volumen total de gas suministrado por gaseoducto desde Rusia hasta la Unión Europea se estima en 60 bcm, sustancialmente inferior a los niveles registrados antes de que estallara el conflicto bélico. Sin embargo, según apunta la IEA, es probable que las entregas por gasoducto ruso sean considerablemente inferiores en 2023, pudiendo llegar a cero, dejando un agujero aún mayor en el suministro de gas europeo y mundial.
  2. El suministro mundial de gas natural licuado (GNL) será escaso, especialmente si repunta la demanda desde China. La capacidad de Europa para garantizar mayores importaciones de GNL en 2022 se vio favorecida, en gran medida, por la menor demanda de importación de China. Para finales de 2023, se calcula que la Unión Europea en su conjunto aumentará su capacidad de importación de GNL en 40 bcm. No obstante, sólo se espera que lleguen al mercado unos 20 bcm de GNL adicionales a lo largo del año. Mientras tanto, la demanda de importación china podría recuperarse de los niveles inusualmente bajos registrados en 2022, intensificando la competencia por los cargamentos de GNL.
  3. No está garantizado que las temperaturas inusualmente suaves registradas al comienzo del invierno europeo vayan a durar. El buen tiempo registrado en Europa en otoño de 2022 ha reducido la demanda de gas en más de 10 bcm. Si bien, no hay garantías de que las temperaturas vayan a ser igual de clementes durante el resto del invierno, ni para 2023 en su conjunto.

 

Medidas para afrontar la escasez de gas en 2023

Con todo esto, La Unión Europea se enfrenta a un déficit potencial de en torno a 27 bcm de gas natural en 2023, pero esta brecha podría cerrarse y el riesgo de escasez evitarse con el despliegue de una serie de estrategias, según señala la IEA en el informe anteriormente citado. En el texto, se analiza la resistencia para mantener el equilibrio gasista de Europa en 2023 y se identifican riesgos continuados de nueva volatilidad de los precios y distorsiones en los mercados del gas. Así, del desfase global entre la oferta y la demanda de 57 bcm que podría producirse en 2023, unos 30 bcm estarán cubiertos por medidas que ya están visiblemente en marcha. Estas medidas, que ya han sido adoptadas en algunos países europeos, están orientadas hacia garantizar la seguridad del suministro del gas, mejorar la eficiencia energética, acelerar el despliegue de las energías renovables o impulsar el uso de bombas de calor, entre otras. Además, una recuperación de la producción nuclear e hidroeléctrica, a partir de los bajos niveles de 2022, también debería contribuir a cerrar la brecha.

 

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Figura 2. Acciones para cerrar la brecha entre la oferta y la demanda de gas natural en 2023 (Fuente: IEA)

 

Cerrar el déficit restante de 27 bcm requiere una serie de acciones políticas adicionales a corto plazo, con el fin de evitar tensiones excesivas para los consumidores europeos y los mercados internacionales. Según la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: «Nos centramos en preparar 2023, y el próximo invierno. Para ello, Europa tiene que redoblar sus esfuerzos en varios campos, desde la proyección internacional hasta la compra conjunta de gas, pasando por el aumento y la aceleración de las energías renovables y la reducción de la demanda”.

Las medidas políticas clave para reducir la demanda identificadas por la IEA son:

– Incentivar mejoras de la eficiencia energética

– Permitir un despliegue más rápido de las energías renovables

– Acelerar la electrificación de la calefacción

– Fomentar cambios de comportamiento entre los consumidores

Para incentivar mejoras más rápidas de la eficiencia energética, el informe recomienda ampliar los programas existentes y aumentar las medidas de apoyo a la renovación de viviendas y la adopción de electrodomésticos e iluminación eficientes. También recomienda utilizar más tecnologías inteligentes y fomentar el cambio del gas a la electricidad en la industria.

Por su parte, para agilizar la concesión de permisos a las energías renovables, el informe propone añadir recursos administrativos y simplificar los procedimientos. También propone más ayudas financieras para las bombas de calor y cambios en las leyes fiscales que penalizan la electrificación. Además, se requiere de más y mejores campañas para conseguir que los consumidores reduzcan su consumo de energía, y se detallan varios programas de una amplia gama de países que pueden servir como mejores prácticas.

Por el lado de la oferta, el informe señala que, aunque las opciones de Europa para importar más gas natural son limitadas, hay un puñado de países con capacidad de exportación sobrante que podrían contribuir positivamente. Finalmente, en el informe también se detallan las oportunidades para aumentar la producción de biogás.

En conjunto, estas medidas ofrecen una vía para evitar subidas de precios, cierres de fábricas, un mayor uso del carbón para generar electricidad y una feroz competencia internacional por los cargamentos de GNL, de forma coherente con los objetivos climáticos de la Unión Europea.

La inversión adicional necesaria para aplicar las medidas descritas en este informe es de unos 100.000 millones de euros. Esto es menos de un tercio de los 330.000 millones de euros movilizados por los Estados miembros de la UE el año pasado en paquetes de emergencia para proteger a los consumidores de los altos precios. Estos 100 000 millones de euros adicionales de gasto inicial, con ayudas públicas para respaldar la inversión de empresas y hogares, se traducen en reducciones duraderas de la demanda de gas; de hecho, una cantidad similar se ahorraría en unos dos años gracias a la reducción de las facturas de importación de gas. Los riesgos para los mercados europeos e internacionales del gas son reales, pero también lo son las soluciones.

 

José Planelles Aragó

Unidad de Inteligencia Competitiva del  ITC-AICE

 

 

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