La cerámica, como materia prima, permite fabricar recipientes capaces de reducir la temperatura de las sustancias que contiene, gracias a la acción combinada con el agua. Para ello es necesario utilizar pastas cerámicas y procesos de sinterización adecuados. Bajo estas condiciones, la “piel” cerámica permite la migración del agua desde la parte interior del envase al exterior de una forma contenida y progresiva, produciéndose su evaporación al aproximarse a la superficie. Como seguramente muchos de nuestros lectores estarán pensando, estamos describiendo el mecanismo del tradicional botijo.
El botijo es un objeto de culto que desde tiempos inmemorables ha refrescado a nuestros antepasados en sus duras jornadas en el campo, así como en otras muchas de sus sacrificadas labores. Mediante este mecanismo, el agua contenida en un botijo reduce su temperatura hasta 10 – 12 º C simplemente por el principio físico de evaporación, el cual requiere de una importante cantidad de calor. Puede verse una representación gráfica de esta descripción en la siguiente ilustración.
https://ingenieriabasica.es/cual-es-el-mecanismo-de-un-botijo/
Basado en este mismo principio, y también con el uso de materiales cerámicos, podemos encontrar en el mercado diferentes productos más o menos originales. En el siguiente video se recoge uno de estos usos que llama la atención por la interpretación moderna que se le ha dado, tanto desde un punto de vista funcional, como por la calidad estética del producto final. Nos referimos a un producto que se ofrece para su uso como enfriador de botellas de vino. Si bien la capacidad de reducir la temperatura se antoja un poco limitada para realizarse con vinos blancos, los cuales requieren de temperaturas bastante reducidas para alcanzar su óptimo (4-5 º C), si que parece una buena solución para esos vinos tintos que son recomendados tomar a temperaturas algo más elevadas (15-17 º C), especialmente en verano.